CARTA DE COMIAT D'UNA MARE DE SISÈ

Adéu sisè, adéu Arenal
“SOS Terra” y “La caputxa de l’àvia” acaban su recorrido en el Arenal y se marchan a escribir  nuevas historias en el instituto. En 9 años aprendieron mucho más de lo que ellos mismos se pueden imaginar… Están los aprendizajes esperados, los de manual. Y están los otros, los que duran para siempre, los que no salen en ningún libro. Aprender a compartir y a pensar, aprender a opinar y a escuchar, aprender a ayudar y a preocuparse por los demás…
Y aprender a sentir. El recorrido por el Arenal ha estado lleno de conocimiento, sí, pero también de sentimientos. Sentimientos de alegría, de energía, de confianza pero también de frustración, de miedo, de tristeza. Es lo que tiene crecer, es lo que tiene la vida. Y si algo le han sobrado a estos 9 años han sido vivencias, experiencias que han hecho de nuestros hijos personas más completas, más humanas, más responsables.
No hemos sido seguramente el curso más activo en cuanto a salidas e iniciativas, pero hemos tenido algunas memorables. La visita a la Fundación Mona, las visitas a las casas de colonias, las cenas de verano en la playa… Instantáneas que acompañarán por siempre el recuerdo de estos 50 “trastos” que tantas alegrías nos dan.
Nuestros hijos se despiden del Arenal, pero sabemos que llevan consigo una mochila cargada de cosas imprescindibles, un tesoro acumulado en una escuela única y que volveríamos a elegir sin dudarlo si se presentara la ocasión…
Y a algunos nos toca también despedirnos de esta familia educativa que nos ha acompañado desde hace 11 años. Nos “graduamos” como padres y madres de escuela primaria, dejamos atrás una etapa para seguir creciendo junto a nuestros hijos.
No podemos hablar en nombre de más familias, pero sabemos que son muchas las que piensan como nosotros. Que hemos tenido el privilegio de llevar a nuestros hijos a la mejor escuela del mundo. El Arenal no es la escuela perfecta, ¿qué más da? ¿Acaso alguna lo es? Nuestra escuela es un lugar en el que se cultivan tomates y preguntas, se crían pollos y futuros ciudadanos comprometidos, se aprende a contar y a mirar las estrellas, se hacen excursiones y cursas solidarias…
Un lugar en el que da gusto crecer, un espacio en el que siempre nos hemos sentido seguros, una gran familia que ha demostrado estar unida en las buenas y en las malas, cuando llovían subvenciones y cuando tocaba arrimar el hombro para arreglar los espacios comunes, para bailar y para llorar…
Gracias Arenal por estos 11 años de enseñanzas, gracias por haber acompañado a nuestros hijos en la aventura de crecer y gracias por habernos hecho sentir parte de una gran familia. Os echaremos de menos.
Adéu sisé, adéu Arenal…
Lorena Corfas

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